Publicación: 31 Julio 2024 –
Cuando prestamos un servicio de planificación financiera, y con el foco en poder recomendar la mejor distribución de activos para que cada cliente cumpla sus objetivos financieros, no hay que tener solo en cuenta la rentabilidad esperada, el riesgo asumible y la inflación, sino también el efecto de los impuestos, ya que a la hora de ver cuál es la rentabilidad a exigir al patrimonio, que es la que va a permitir al cliente a cumplir sus objetivos, debería ser neta de impuestos y de gastos.
Impuestos y fiscalización:
Al asesorar a nuestros clientes, nos damos cuenta de que la fiscalidad es un factor determinante que, en ocasiones, puede condicionar las decisiones financieras de las familias. Tanto es así que conocemos casos de padres que se plantean donar un patrimonio a sus hijos, pero que se lo replantean cuando se calcula la cuota estimada a pagar por el donante, al aflorar plusvalías históricas de su cartera financiera.
En otras ocasiones, cuando se tienen acciones en directo, las decisiones de rotación de cartera hacia mejores ideas de inversión con mejor momentum, potencial de revalorización o simplemente por diversificación y mejor control de riesgo, no se llevan a cabo por el impacto fiscal que supone tributar por las ganancias patrimoniales históricas.
Es por esto por lo que, aunque no se recomienda tomar decisiones únicamente por motivos fiscales, sí que deberíamos tenerlas en cuenta a la hora de elaborar el plan de inversión y distribución de activos, para maximizar las ganancias de nuestros clientes después de pagar impuestos.
Estrategias para maximizar las ganancias financieras:
En distintas etapas de la vida, nos podemos encontrar con momentos de ahorro y momentos de necesidades financieras. En la época de ahorro, por ejemplo, invertir en activos que repartan cupones o dividendos tendría un impacto fiscal negativo en comparación con la inversión en el mismo tipo de activo, pero a través de fondos de inversión de acumulación, ya que el interés compuesto incrementa esas ganancias a largo plazo.
Llegado el momento de necesidad financiera, como puede ser en la jubilación, que es cuando realmente vamos a necesitar un complemento para cubrir el gap que tengamos de ingresos y gastos, puede tener sentido aprovechar la ventaja fiscal de la venta de vivienda habitual de mayores de 65 años, cuya ganancia patrimonial está exenta de impuestos. Con ese patrimonio, podremos realizar un plan de trabajo y de inversión.
En este plan, el primer paso debería ser la selección de objetivos y deseos por parte del inversor, como pueden ser, entre otros, vivir de ese patrimonio (teniendo en cuenta los presupuestos familiares de gastos recurrentes, viajes, ocio, salud), ayudar a sus hijos, pero sin comprometer su situación futura, o simplemente saber si es mejor comprar otra vivienda o vivir de alquiler.
Aquí es fundamental que nos marquemos rentabilidades objetivo netas de impuestos y gastos, ya que además de calcular cuánto tenemos que ganar, hay que centrarse en cuánto va a quedar después de pagar impuestos. Esta es la mejor forma de poder asesorar y ayudar a las personas a cumplir sus metas financieras.
Una correcta planificación financiera, por lo tanto, debe tener en cuenta el impacto de la tributación de los distintos activos a la hora de estimar la rentabilidad neta necesaria para cada objetivo, pero además tampoco debería olvidarse de buscar minimizar el impacto fiscal a la hora de la venta de esos activos, porque en definitiva lo que se necesitan son euros en la cuenta corriente para vivir como queremos vivir.
Leticia Silva Allende
Socia y Gestora de Patrimonios de Diaphanum
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